El hombre que tiene como pareja sentimental a dos muñecas de plástico


"Con una muñeca no sufres el estrés de tener que encontrar a alguien como sea, ni de tener citas" afirma.

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Davecat vive en casa un triangulo amoroso con Sidore y Elena, dos muñecas hiperrealistas. Cree que, en 50 años, el “amor sintético” será algo normal.

Davecat tiene 43 años y ya nadie le pregunta el nombre que aparece en su carné de identidad. Durante el día trabaja como introductor de datos informáticos y en una tienda de electrodomésticos, pero su vida real se desarrolla entre la intimidad de su piso en compañía de sus mujeres sintéticas, y foros de internet. 

Sidore es una muñeca de silicona de 35 kilos por la que Davecat pagó 6.000 dólares hace casi dos décadas. Y es su esposa. Elena es la amante de ambos, nacida también de la unión de un molde femenino y unos cuantos litros de plástico de color carne.

Este hombre es uno de los mayores expertos actuales sobre muñecas hiperrealistas, sin embargo su influencia va mucho más allá de las novedades del sector. Davecat está normalizando las relaciones amorosas entre hombres orgánicos y las mujeres sintéticas, está rubricando las sagradas escrituras de un nuevo tipo de amor, en el que Adán respira y Eva no. 

Ha conseguido algo asombroso y que al parecer muchos envidian: tejer vínculos emocionales con dos muñecas sin volverse loco. Sentir el calor de sus voces inventadas, y saber, al mismo tiempo, que esas palabras son fruto de su imaginación. 

Un maniquí y varios fracasos amorosos

Para comprender a Davecat, primero hay que conocer la ideología de la comunidad iDollator (el término podría traducirse como "idólatra de muñecas"). Defienden que las replicantes sin cerebro son algo más que una mera evolución de las muñecas hinchables, pensadas únicamente para el zarandeo violento y el desahogo sexual, y cuya naturaleza es más bien de usar y tirar: "Para mí, Sidore es igual de valiosa que una mujer orgánica. Hay humanos orgánicos y humanos sintéticos. Estos también son humanos, solo que otro que de tipo". 

Cuando era un veinteañero y estudiaba fotografía, una vivencia le marcó. Mientras paseaba con su cámara por las calles de Detroit, Davecat quedó prendado de un viejo escaparate: "Era un taller de restauración de maniquíes, conseguí que el dependiente me dejara subir al almacén". De pronto se vio rodeado de calvas polvorientas, un harén de mujeres mudas y perfectamente bellas. Apenas sintió inquietud: en su cuerpo hervía el apetito sexual. 

Tras varios meses fotografiando el almacén, decidió comprarse una maniquí: "Se llamaba Sandy. Bueno, aún se llama así. No pude tener un romance con ella porque se empeñaba en estar siempre fija en una misma posición". 

Davecat se ríe, pero no bromea. Poco después encontraría una palabra que definiera sus apetencias: era tecnosexual. "Recuerdo estar en clase, mirando a mi profesora de francés y pensando: Si ella fuera un robot, ¿qué maquinaria sería necesaria para que su cuerpo se moviera?". Lo que a Davecat le pone no son las muñecas de silicona, ni las de madera, sino las mujeres artificiales en general. Su ideal femenino es una robot humanoide, lo que se conoce como gynoid: "Con carne artificial, como las que ha desarrollado el ingeniero japonés Hiroshi Ishiguro". 

Los sucesivos fracasos amorosos provocaron que su filia fuera más allá. "No he tenido buenas experiencias con las mujeres orgánicas, y si no obtengo buenos resultados, me detengo. Es una pérdida de tiempo y energía", cuenta. "Con una doll no sufres el estrés de tener que encontrar a alguien como sea, ni de tener citas". Sidore le trae paz, le libera de las presiones sociales y del esfuerzo del cortejo. 

También le da placer: "Hacemos el amor con bastante frecuencia, una o dos veces a la semana. Es divertido, no voy a mentir. Pero no me gusta referirme a Sidore ni a Elena como muñecas sexuales, los tres tenemos una relación, estamos ahí el uno para el otro. A veces simplemente nos acurrucamos. Sentirlas a mi lado, notar su presencia física, es muy convincente". 

Davecat se define como introvertido pero me advierte de que "tiene amigos y vida social". Aunque se siente cómodo en el imaginario freak, rechaza ser catalogado como un marginado. Las mujeres orgánicas le siguen atrayendo "visualmente", pero ya no busca en ellas alguien compatible, pues no confía en que eso pueda existir: "No me interesan los riesgos emocionales". 

Sus sentimientos, su activismo, se resumen en la inscripción que hizo grabar en la alianza que le une a Sidore: "Synthetic love lasts forever" ("El amor sintético dura para siempre"). 

La mecánica del amor 

El primer cuerpo de Sidore pesaba 45 kilos y su piel era de silicona elaborada a base de estaño, "preciosa, muy suave pero propensa a la rotura". Desde 2006 su fabricante, Abyss Creations, ha conseguido rebajar su peso a 10 kilos y le ha diseñado una piel mucho más resistente, esta vez a base de platino.
Puede que Davecat tenga que ocuparse de los cuerpos de recambio de su esposa y amante, pero cuando habla de ellas le sale la risa tonta. Está enamorado de dos personajes con biografías y carácter que él mismo ha modelado para su propio consumo. 

"Sidore es hija de padre japonés y de madre inglesa. Se crió en un barrio de las afueras de Manchester. En el año 2000 se mudó a casa de su tío, en Michigan, y nos conocimos en un club. Elena viene de Vladivostok, no tenía buena relación con su padre. Un día nos vio a Sidore y a mí por televisión y decidió mudarse con nosotros. Ayudó mucho que se quedara pillada de Sidore, no está aquí para sustituirla, sino para complementar la relación con mi mujer". 

Cualquiera diría que Davecat se ha metido en un lío de faldas, pero sabe que está solo y que es él quien lo escribe todo, como su fuera el narrador omnisciente de su propia vida sentimental. El nivel de complejidad es sobrecogedor: "En mi mente Sidore tiene acento británico, es sarcástica y alegre, como se puede ver en sus tweets". Sí, Davecat también maneja las cuentas de Twitter y Tumblr de su esposa sintética, y está empapándose de cultura rusa para construir la personalidad de Elena, de quien de momento sólo sabe que es una Escorpio pelirroja, y que "es muy rusa". 

Davecat dice hola y adiós cuando llega a casa -"Son mis compañeras y estaría mal no hacerlo"-, y aunque ellas no ingieran alimentos, las sienta a la mesa. Por la mañana, ellas visten ropa cómoda y llevan el pelo alborotado, "¡pero eso nunca podrás verlo!", ríe. Antes de acostarse ven películas, juegan a videojuegos, hacen cosas normales: "Cosas de pareja, para ser preciso". Da la impresión de que Davecat tiene una amiga invisible que todos podemos ver. La mira de forma intermitente mientras me habla.